lunes, 15 de junio de 2009

COMUNICADO DE PRENSA

La Coordinadora Nacional de Ex Soldados Conscriptos de Chile, del Servicio Militar Obligatorio (SMO) período 1973-1990, con un universo aproximado ciento veinte mil Ex Soldados debidamente inscritos a nivel nacional, viene a exponer a la opinión pública lo siguiente:
De las generaciones más humildes y pobres de nuestra nación, nacidas entre los años 1954 y 1971, fueron obligadas bajo apercibimiento de arresto, a cumplir con el servicio militar obligatorio en el período más oscuro y negro de nuestra historia como nación. Todos menores de edad, pues hasta el año 1990 nuestra legislación la determinaba a los 21 años. Desde el año 1900 hasta el año 1978, el Estado nos obligaba a un año de conscripción, todas estas generaciones debimos cumplir con a lo menos dos años de servicio militar obligatorio. Con fecha 22 de Septiembre de 1973 se publica el decreto Ley Nº 5, que amplía la conscripción a dos años, basándose en los “Estados de Excepción”, estados, que de acuerdo a nuestra constitución, sólo pueden ser invocados por un Presidente democráticamente elegido. Durante toda nuestra conscripción, fuimos usados y utilizados para desarrollar funciones y labores que estaban fuera de los contextos legales, se nos puso en nuestras manos adolescentes armas de fuego y uniformes, para repeler, atacar, reprimir al mismo pueblo del cual proveníamos, bajo el imperativo de un marco legal, obligándonos a confrontar a nuestros propios conciudadanos, basándose en el estado de emergencia que vivía el país, tuvimos el cuidado y transporte de prisioneros, guardias en puntos militares estratégicos, en centros de torturas, poblaciones militares, en calles, carreteras, patrullajes en poblaciones, desde donde se nos agredía con palos, piedras, incluso nos disparaban. Tuvimos períodos de más de cuatro meses de guardia, cuidando nuestras fronteras con escasa alimentación, sin agua para calmar la sed, menos aún para un mínimo aseo personal, llenos de parásitos. Siendo menores de edad fuimos sometidos al cumplimiento de órdenes que iban en contra de nuestros principios y creencias. Reprimidos y castigados brutalmente, con apremios físicos y psíquicos al amenazarnos con agredir a nuestros padres, hermanos y amigos, sufrimos golpes de puños, de pies, golpeados con palos, con “baquetas”, con aplicaciones de electricidad, nos hacían el “submarino” que consistía meternos la cabeza en tiestos con agua o directamente en la taza del baño y mantenernos allí por un par de minutos, se nos colgaba de pies y manos y se nos mantenía al sol durante días enteros, al punto de desmayarnos o perder el conocimiento, de lo contrario se nos azotaba brutalmente con palos, varillas o correas, se nos hacía la “guitarra” que consistía en levantar los brazos hasta que nuestras costillas quedaran a la vista, luego se nos raspaba con monedas, palos o trozos de metal, como rasgueando una guitarra y se nos obligaba a cantar, solo cuando nos sangraba mucho nos dejaban o desistían de este tormento, se nos instruyo con mucha brutalidad y tortura. Esa época estaba marcada por un clima de máxima odiosidad y desencuentros, donde incluso se nos instruyo, que si debíamos sacrificar las vidas de nuestros propios padres y hermanos, lo debíamos hacer por el bien de la Patria; en la ciudad de Osorno, existe actualmente un Ex Soldado, Francisco Pacheco conocido como el “Rambo Chileno” condenado a cadena perpetua por haber dado cumplimiento a esa “orden” y haber asesinado a sus Padres, nadie consideró que este joven ciudadano era alumno regular del Colegio el Alba de Osorno, colegio para discapacitados mentales y que fue obligado por las autoridades de la época a cumplir con el servicio militar obligatorio. Fuimos los custodios de los detenidos por el régimen imperante, testigos de los tormentos y violaciones que se aplicaban a nuestros conciudadanos é incluso a nosotros mismos cuando se sospechaba que éramos contrarios al régimen, obligados a conformar parte de los “pelotones de fusilamiento”, a que fueron sometidos estos ciudadanos, imposibilitados de interceder por ellos, quedando grabados en nuestros oídos las súplicas y palabras de clemencia por sus vidas, el rechinar de sus dientes ante el dolor infringido, por otra parte, en nuestras retinas están cuál fotografías las muecas de dolor, las heridas y laceraciones, causadas inclementemente, producto de las torturas aplicadas, recuerdos que debemos arrastrar por el resto de nuestras existencias con el dolor, la desesperanza, la angustia, la duda, “que algo más podríamos haber hecho por todos y cada uno de ellos”, pero que más podríamos haber hecho, sí sólo éramos “niños” y el último eslabón de una cadena férrea de mando, aún así extendimos palabras de aliento, compartimos parte de nuestro precario alimento, algún “cigarrito”, ser puentes de comunicación entre ellos y sus familias, muchos ciudadanos del ámbito político pueden dar testimonios de estos sublimes actos de humanidad, nuestra Presidenta junto a otros prisioneros, recluidos en la tenebrosa Villa Grimaldi, eran llevados por un Conscripto a un determinado sector de esa villa, donde les pedía que descubrieran sus rostros y contemplaran las rosas que allí habían, les entregaba palabras de aliento y consuelo, lo hizo muchas veces, poniendo en riesgo su integridad física, su vida. Tuvimos una asignación de sueldo, que fluctuaba entre el 50% y el 70% del ingreso mínimo del mes de agosto del año anterior, sobre este monto se nos descontaron imposiciones, al 99% de nosotros aún no se nos cancela, lo que nos ha producido un daño previsional irreparable ya que de acuerdo a nuestras estadísticas, más del 90% de nosotros, no contamos con más de diez millones de pesos como saldo previsional, además se nos descontó peluquería, lavandería, un 15% como fondo del reservista, que jamás vimos, se nos hizo responsable del “cargo” y del “armamento” que quedaba inutilizado durante nuestra conscripción, tuvimos que hacer aportes económicos para los casinos de oficiales y de suboficiales, aportar la mitad de los sueldos que nos quedaba, para comprar “calderas” y así poder ducharnos con agua caliente, con la otra mitad, debíamos aportar para comprar los útiles de aseo de nuestras cuadras o dormitorios. Hasta el día de hoy somos estigmatizados por la ciudadanía, acusados de violaciones, torturas, asesinatos, se nos considera victimarios, se nos hace responsable del golpe militar y solo somos un grupo de ciudadanos, víctimas de las circunstancias de esa época, muchos de los cuales no resisten el tormento de tantos recuerdos y se suicidan, como consecuencia de las secuelas sufridas a tan temprana edad. Sufrimos exclusión social, no pudiendo reinsertarnos laboral ni socialmente, nuestros pares, vecinos, amigos, parientes, nos dieron vuelta la espalda, nuestras casas atacadas, nuestros padres y hermanos agredidos, nuestros estudios quedaron truncos, no fuimos recibidos en nuestros trabajos, pues nuestros empleadores tenían la obligación de guardar la fuente laboral solo por un año, no se nos contrataba por considerarnos “soplones o sapos”, lo que implica que la mayoría de nosotros somos independientes, no teniendo acceso a ningún beneficio estatal, sin salud, sin previsión, incluso muchos debimos emigrar de nuestro lugar de origen, todo esto como consecuencia de haber sido fieles ciudadanos con nuestra constitución y leyes. Que caro ha sido el costo que debemos asumir todas estas generaciones, muchos no pudieron superar estos maltratos y padecimientos, sobreviven en situación de calle en el más absoluto desamparo, alcoholizados, drogadictos, otros con secuelas físicas irreparables, inválidos, desmembrados, ciegos, sordos, con balas en sus cuerpos, mentalmente disminuidos, impresiona escuchar testimonios de ciudadanos con más de 50 años de edad, que aún deben dormir con las luces encendidas, todos de una u otra forma padecemos del síndrome post-traumático, síndrome que afecta a todo ser humano que es sometido a una presión extrema, en alguna época de su existencia y estas secuelas, las hemos trasmitido desgraciadamente a las personas que más amamos y respetamos en nuestras vidas, nuestros hijos nuestras esposas. Fuimos dirigidos a más de mil kilómetros de distancia, separados de nuestros padres, nuestras familias, nuestro entorno, absolutamente incomunicados y con prohibición absoluta de informar nuestro paradero, en estas condiciones, en el más absoluto desamparo, se nos sometió a “economía de guerra”, que consistía en salir con permiso de las unidades militares (francos), el día viernes alrededor de las 17:00 horas, para reconocer cuartel el día domingo a las 20:00 horas, la comunidad donde esto se producía, se replegaba en sus hogares ante esta población flotante de más de 300 soldados, entonces nos vimos en la obligación de mendigar, buscar en los tarros de basura, en el suelo (“rastrojear”), buscando algo de sustento para saciar nuestra hambre, en las noches con temperaturas bajo cero, nos arrumbábamos como los animales, botados en el suelo, las playas, las plazas, para poder soportar las bajas temperaturas, a las cuales jamás, ni en el más macabro de los sueños, nuestros padres hubiesen aceptado someternos. La construcción de la carretera austral, más otras carreteras al norte de nuestra nación se empezaron a construir con los presos de todas las cárceles del País, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), “puso literalmente el grito en el cielo” y argumento sobre los derechos humanos de estos ciudadanos y exigió al gobierno de la época devolverles a su lugar de reclusión, entonces se utilizo a los Soldados Conscriptos, luego de dos meses de instrucción militar se vaciaron las unidades militares, se crearon “campamentos” y se les utilizo y obligo a trabajar gratuitamente en estas carreteras, hoy existen muchos de estos Ex Soldados de la Patria, con sus espaldas inutilizadas y sus caderas reventadas, producto de subir y bajar cerros con kilos y kilos de piedras a sus espaldas, en jornadas interminables, bajo la lluvia, el sol, mal alimentados, mal vestidos, en condiciones prácticamente inhumanas, ¿Qué paso con los derechos humanos de nosotros los Ex Soldados, preguntamos hoy a la ONU?. El 31 de Agosto de 1994, Chile mediante Decreto un Supremo, se compromete a compensar económicamente a todo ciudadano que haya sido violado en sus derechos humanos durante el gobierno militar, producto de lo cuál son dados de baja cuatro mil (4.000) militares con una pensión mensual y una compensación económica, como contraparte y bajo el alero del mismo decreto supremo se crea la Ley de Exonerados Políticos, donde mas de trescientos mil (300.000) ciudadanos gozan de una pensión o una compensación económica, además de contar con medicina y universidad gratis para ellos, sus hijos y sus nietos, ¿Los Ex Soldados no fuimos violados en nuestros más básicos derechos como ciudadanos, al privarnos de alimentos, alejarnos de nuestro seno familiar, desampararnos y enfrentarnos a situaciones extremas y atroces en el albor de nuestras vidas? En reunión sostenida con don Francisco Javier Errazuriz Ossa, actual Cardenal Arzobispo de Chile, le felicitamos por el rol protagónico de la Iglesia Católica en la defensa de los derechos humanos, durante el gobierno militar, la fuerza, la hidalguía, el encomio, los recursos humanos, económicos, la cobertura nacional, internacional, en el despliegue y defensa de tan noble y justa causa, como es la de defender al desvalido, al desamparado, ¿ Pero qué hizo la iglesia católica por la defensa de los derechos humanos de estos jóvenes menores de edad, sometidos y obligados por el Estado?
Hoy todas las autoridades de nuestro País, Presidenta, Ministros, Diputados, Senadores, exigen que se haga justicia, se habla de los derechos humanos de los ciudadanos, y ¿que pasa con nuestros derechos humanos, con nuestra justicia, quién defiende, ampara, protege, a este grupo de Soldados Olvidados, que con solo diecinueve años de edad fue brutalmente obligado y sometido? Los Soldados Olvidados de nuestro País, clamamos por justicia y por nuestros derechos tal como lo establece la Constitución y las Leyes de nuestra Patria, donde se establece que no existen grupos de personas ni clases sociales privilegiadas, buscamos igualdad de derechos y oportunidades de esta sociedad, que por tanto tiempo nos ha mantenido postergados. Hoy existe un Ex Soldado Conscripto, José Adolfo Paredes Márquez, acusado y procesado por el vil asesinato de Víctor Jara, quién hasta el día jueves 4 de junio a las 16:00 horas ni siquiera contaba con un defensor público ¿que autoridad política, eclesiástica, militar, internacional, a levantado su voz y dado su opinión y parecer al respecto? Nuevamente estamos solos, como cuando nos tocaba hacer guardia por días, semanas, meses, velando por nuestra soberanía, para que nuestras fronteras no fueran traspasadas y así seguir siendo una Patria Libre y Soberana, velando por el sueño de todos y cada uno de sus ciudadanos, quienes, sumidos en la más absoluta ignorancia, jamás han imaginado el dolor, el padecimiento, la tortura a la que fuimos sometidos, incluso quedamos expuestos a los insultos, a los ataques, a los disparos, al morir envenenados al recibir alimentos, por parte de esa misma población, que veía en nosotros un enemigo, un violador un asesino. Existen de acuerdo a nuestras estadísticas, más de mil ciudadanos inválidos y más de mil fallecidos, producto del cumplimiento de las leyes de conscripción, donde aún hay Madres que esperan alguna explicación por sus hijos fallecidos, mutilados o inválidos por el resto de sus días. Las autoridades políticas dicen que fuimos militares, los militares dicen que somos ciudadanos, las leyes Valech, Retting, la comisión “prisión política y tortura”, no nos consideró por ser parte y además responsables del golpe militar. El Estado no ha cumplido ni cumplió con la parte que a él le correspondía, eso es lo que hoy estamos exigiendo, que tenga la nobleza, la hidalguía, el honor, de dar cumplimiento a las leyes, como nosotros que siendo niños no dudamos en cumplir. Fuimos golpeados, torturados, asesinados, como consecuencia de la irresponsabilidad tanto de las autoridades políticas de la época, como de la ciudadanía en general, que no supieron encontrar puntos de encuentros y se llegó a esta debacle, en la que nos vimos dolorosamente involucrados. Hoy estamos unidos a nivel nacional y desde Arica a Punta Arenas los Ex Soldados Olvidados de nuestra Nación, junto a nuestras esposas, hijos, padres y hermanos, estamos alzando nuestra voz, clamando por justicia para con todos y cada uno de nosotros, que en la edad y época más temprana de nuestras existencias, fuimos expuestos y utilizados en forma brutal, como consecuencia primero, de una sociedad que no supo encontrar una solución al problema existente y segundo, por las escaramuzas de guerra de nuestros países vecinos.
Juan Fernando Mellado Galaz Presidente Agrupación Santiago Centro
Huérfanos 757 Oficina 202, Santiago Centro, Santiago Fono: (02) 633-9137

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