sábado, 16 de agosto de 2014

YO SOY EL DESCUEVE (y es poco decir.....)


El carnaval de auto celebración por la reforma al sistema electoral binominal tiene un gran ausente: el pueblo de Chile.
 Nos las están viendo... ¡una vez más!
bordel
Yo soy el descueve (y es poco decir…)
“Si el acceso al órgano representativo está reservado por la ley a ciertas categorías, hay que cambiar la ley para abolir esa ventaja o acordarla a otras. De entrada la transformación de la regla se encuentra sometida a la aprobación y al consentimiento de los mismos que se han beneficiado de ella, puesto que fueron elegidos en virtud de esa regla. Tal sistema equivale a someter la evicción o la ampliación de una élite dada a su propia aprobación.”
Bernard Manin – Principios del gobierno representativo.
“Si usted hoy dice que (…) se acabó el binominal, ¡se acabó la discusión de la asamblea-constituyente!”
Ricardo Lagos
Escribe Luis Casado
“On n’est jamais mieux servi que par soi même” dice le proverbio francés, lo que en lengua castellana quiere decir algo así como “Nadie te sirve mejor que tú mismo”. Álvaro Elizalde, impagable vocero del gobierno, se auto adjudica loas ditirámbicas con relación a la modificación del sistema electoral binominal: “Si salimos adelante con esta iniciativa vamos a tener democracia de calidad, democracia con mayúscula”.      ¡CHUCHA! ¿De verdad?
Por su parte –a nadie le amarga un dulce– el traga culebras Guillermo Teillier, que oficia de presidente del PC, declara: “Es el mejor proyecto de reforma electoral que se ha elaborado hasta ahora”.
Si con el sistema actual, con menos del 2% del voto popular el PC tiene seis diputados… ¡con el nuevo uno no osa imaginar los resultados! Ambas declaraciones justifican el título de esta parida: lo hago yo, ¿cómo podría ser malo?
La costra política parasitaria se sirve a sí misma una reforma que le va como un guante. ¿Tenemos que aplaudir? De paso aumentan el número de parlamentarios mejor pagados del planeta… ¿Reímos? ¿Lloramos?
Todo gracias a una “cocina” que reúne un amplio espectro de la costra parasitaria: sólo los últimos mohicanos de la UDI rehúsan rayarle la pintura al edificio tan bien construido por Jaime Guzmán y sus secuaces.
Jean-Luc Mélenchon tiene razón: la costra parasitaria no le teme a la izquierda (inexistente por lo demás), sólo le teme al pueblo. Todo lo que contribuya a evitar una Asamblea Constituyente, a impedir que se le restituyan al pueblo de Chile los derechos conculcados desde un cierto 11 de septiembre 1973, es el cemento que cohesiona un Parlamento de pachanga, esa asamblea ilegítima que se reúne –en un edificio mamarracho legado por la dictadura– para saber qué decidieron en casa de Andrés Zaldívar.
¿Tiene sentido entrar en los detalles de la reforma? ¿Vale la pena? 

Lo esencial es que una vez más el pueblo de Chile se queda afuera y se consolida, esta vez con la participación activa de los comunistas, un sistema concebido para hacer del pueblo de Chile un vasallo de lo que decide la élite.
¡Ah!, dirán Elizalde y Teillier, pero esto lo decide un Parlamento (de pachanga) elegido por votación popular. Justamente: no muy popular. La abstención, fenómeno que todos se meten en la pretina, muestra que los “representantes del pueblo” no atraen sino a una conspicua minoría.
¿Y a quién le importa? ¡A mí me importa!
A millones le importa, a esos que evitamos pisar los centros de votación en los que hay que escoger “una oferta entre otras”, como se escoge un papel higiénico entre tres o cuatro marcas, la mayor parte de las cuales proviene del mismo grupo industrial, dicho sea de paso.
Alguien atrajo mi atención sobre el común origen etimológico de las palabras “élite” y “elección”.
La palabra élite viene tal cual del francés “élite”, antiguamente (finales del siglo XII) participio femenino sustantivado del verbo “élire” (elegir). Primero designó el “acto de elegir” y más tarde lo “elegido”, significado que corresponde al uso actual. El verbo francés ‘élire’ viene del latín eligere, prefijado con e-/ex a partir de legere (recoger, leer), que contiene una raíz indoeuropea *leg- (recoger, colectar, también recoger por la palabra): λόγος [logos] palabra - λεκτός [lectós] lo escogido participio de λεγειν [legein = escoger y leer]).
El asunto no es neutro. Contrariamente a la sopa confusa que nos sirven día a día, la elección, de Platón a Rousseau y hasta el siglo XIX, siempre fue considerado el método de designación por excelencia de la oligarquía. Los patriotas americanos que se reunieron en la Convención de Filadelfia (1787) lo tenían claro a tal punto que rechazaron la simple idea que el elegido estuviese sometido a la voluntad de los electores.
Se impuso una forma de dominación que más tarde el economista austriaco Joseph Schumpeter describió con una claridad que encandila: “En esa concepción, los representantes no son los agentes encargados de poner en obra una voluntad popular expresada en las elecciones”.
¡No señor!
En esa concepción, la que predomina hasta hoy en este bello país con vista al mar, la costra parasitaria hace lo que le sale de los cojones.
Y luego te lo presentan como: “…el mejor proyecto de reforma electoral que se ha elaborado hasta ahora”.
¿Ya te conté que Guy de Maupassant –ese genial escritor francés del siglo XIX– tiene un cuento que relata la historia de un burdel? 

El título del cuento: “La casa Tellier”.




Juan Fernando Mellado Galaz
Ex Conscripto 1973
Escuela de Telecomunicaciones
Ingeniero en Administración de Empresas
Asesor Tributario Previsional
Presidente Nacional
Presidente Agrupación Santiago
Agrupación Nacional de Ex Soldados Conscriptos
del Servicio Militar Obligatorio (SMO) período 1973-1990
Email: agrupacion.exconscriptos.chile@gmail.com

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