Deus ex machina (Dios de [desde] la máquina)
Del mismo modo, los enemigos más fieros
que pasaban sus noches en vigilia devorados por el odio y las maquinaciones para destruirse el uno al otro por cualquier causa, por cualquier circunstancia que no vale un cascarón, se convierten en amigos del alma,
- e incluso unen sus destinos -.
(Shakespeare. La Tragedia de Coriolano)
escribe Luis Casado
Venida del latín, la expresión “Deus ex machina” encuentra su origen en el vocabulario del teatro y designa los artificios mecánicos que permiten hacer entrar en escena, bajándole de las alturas o levantándole desde el foso, un dios que resuelve inesperadamente una situación desesperada.
Si asocio Andrés Zaldívar a la locución latina no es porque piense que el senador vaya a resolver nada, sino porque tiene un prontuario que pudiesen envidiarle John Edgar Hoover o el buenazo de Joseph McCarthy: ambos estuvieron asociados al empleo de la mentira para alcanzar sus poco confesables propósitos. Como un cierto Patricio Aylwin que declaró públicamente que Salvador Allende y sus partidarios estaban armados hasta los dientes para hacerse del poder por la fuerza.
Preciso que ‘prontuario’ (del latín promptuarium: despensa) designa un compendio –una lista para que me entiendas– de cosas que uno no debe olvidar. Justamente, hay cosas de Andrés que son inolvidables. Por ejemplo, cuando en cadena de televisión, y en su calidad de ministro de Hacienda de Eduardo Frei Montalva, hizo su discurso del terror algunos días después de la elección de Salvador Allende en septiembre de 1970:
"Con posterioridad a esta fecha el proceso económico se ha visto alterado poniendo en serio peligro los resultados esperados y anulando los efectos positivos de las políticas económicas que el gobierno ha venido aplicando durante los últimos años" (…) "el descalabro económico deriva de factores psicológicos y los resultados probables de esta situación serán el de un desastre completo y general".
En el teatro montado en estos días a propósito de la reforma tributaria, Zaldívar reincidió en el papel que interpretó a la perfección hace ya 44 años. Mejor aún, curtido por la experiencia, aguijoneado por el olvido de sus grandezas pasadas y estimulado por la impunidad, osa pasar a roles shakesperianos.
No al del Hamlet desde luego, sino al de Coriolano. Un rol sobre medida. Sus declaraciones parecen sacadas de la tragedia de Shakespeare:
“Si el día de mañana me dicen que tengo que votar a favor del aborto, no lo voy a hacer, aunque sea el Presidente de la República quien me lo diga”.
“Lo de la educación gratuita total se discutirá en su momento, y si no se puede, ¡diremos no!”
Luego de entenderse con Tullus Aufidius, perdón con Juan Andrés Fontaine, para matar la micro reforma tributaria, Zaldívar entonó un monólogo:
“Algunos se sienten más o menos informados, pero en estas cosas no todo el mundo puede estar en la cocina, ahí muchas veces está el cocinero con algunos ayudantes, pero no pueden estar todos, es imposible”.
Pareciera que Zaldívar busca superar a Sir Laurence Olivier en la fidelidad de la interpretación del arquetipo de la traición que encarna Coriolano:
“Personalmente soy claro, el poder constituyente está en el parlamento y no está en una Asamblea Constituyente, ahora si el parlamento por la mayoría que corresponde de acuerdo a la Constitución el día de mañana decide que puede haber una constituyente, tendrá que ser el parlamento el que delegue sus facultades”.
No recuerdo que en el último y más logrado drama político de Shakespeare figure algún medio pollo, lo que no le impide a Zaldívar –lanzado en su complot contra Roma, perdón, contra Chile– agregar ese personaje:
“…incluso con el ex senador Escalona presentamos un proyecto para crear una Comisión Bicameral que pudiese abrir un espacio de gran participación como para hacer una propuesta.”
En esto Zaldívar no peca ni venial [que se opone levemente a la ley o precepto](: en su obra La Tragedia de Coriolano, al tratar el tema de la traición, Shakespeare no olvidó la dimensión que hoy conocemos como apostasía (apartarse de). David Rivera Castro, estudiante de Derecho del ITAM (México), resumió la esencia del personaje del modo siguiente:
“Debemos ser desertores de las ideas. El ser se construye gracias a la aceptación de la derrotabilidad de ellas y de la falibilidad (posibilidad de equivocarse) humana. Frente a éstas no debe tenerse, jamás, una lealtad absoluta. Afirmar lo contrario es tomar el camino del dogmatismo. La ciencia, el arte, y con ellas el hombre, se fundan en esta posibilidad, maravillosa, de mutación ideológica”.
Tal vez no tanto, o bien no desertan todas las ideas. Hay algunas que perduran a lo largo de los siglos.
La obra de Shakespeare está situada en el siglo V antes de nuestra era. El pueblo de Roma tiene hambre. Los plebeyos se han tomado las calles para exigir la repartición del trigo.
Con lo que le sobra a los patricios quedarían satisfechos. Pero desde luego los patricios no están dispuestos a ceder sus privilegios… Así comienza el drama.
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Juan Fernando Mellado Galaz
Ex Conscripto 1973
Escuela de Telecomunicaciones
Ingeniero en Administración de Empresas
Asesor Tributario Previsional
Presidente Nacional
Presidente Agrupación Santiago
Agrupación Nacional de Ex Soldados Conscriptos
del Servicio Militar Obligatorio (SMO) período 1973-1990
Email: agrupacion.exconscriptos.chile@gmail.com
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