Pocas plumas nos entregan la masa de sensaciones que nos ofrece Daniel Pizarro. Gran escritor, algún día hablará de él la prensa planetaria. Ahora nos deleita con un texto que recrea la ilusión del "éxito" chilensis, este curioso cuerno de la abundancia para unos pocos...
Que aproveche. |
Corto viaje al fondo de la prosperidad
escribe Daniel Pizarro
Pusieron el siguiente letrero en la panadería de la esquina: “Si usted envidia mi prosperidad, haga como yo: TRABAJE”. Y más abajo se lee: “Si alguien le habló mal de mí, pregúntele cuánto me debe”. Uno no termina de mirar los pasteles de la vitrina y ya se indigestó.
El comercio reina en lo grande y lo pequeño. El pequeño rey del vecindario es un hijo de inmigrantes sirios con un genio terrible, que para evadir impuestos traspasó el negocio a su mujer y su hija. Son ellas quienes sufren el patriarcado. A la hija la trata a los gritos delante del público. “Viejo desgraciado, ojalá se muera”, le oí una vez. Ella tiene un hijo que cuando se pelea con los míos les dice: “Mi auto es más grande que el tuyo” (en rigor tienen tres autos, uno para cada miembro de la familia, todos más grandes que el mío).
El padre de ese niño no vive con ellos. “No soporto al caballero”, nos ha dicho. Es obrero de la construcción y lo pasa muy mal con un hijo adolescente, de otra mujer, que está metido en la droga y duerme debajo de los puentes. Pero visita la panadería para estar con el más pequeño y a veces va a buscarlo al colegio, donde estudia con mis hijos. Por uno de ellos supimos lo que dijo el niño al verlo aparecer: “¿Pa qué viniste, viejo culiao?”. Y agregó: “Yo no necesito papá”. Para rematar, la profesora le preguntó al hombre frente a todos: “¿Usted le enseña esas palabras?”.
Hay vías más modernas para conquistar la riqueza a pequeña escala. Eso que en el Chile de hoy llaman “hacerla” y que se ha convertido en el sueño de los explotados. No importa nada el qué sino el cómo le va a ese qué. Porque si al “qué” le va bien será porque satisfizo una demanda social. Eso dice el Mercado.
Tenemos por ejemplo el caso de Carlos, el rey de la depilación láser. También es apoderado del colegio y forjó su imperio a punta de ñeque y con la cuota de suerte que todos necesitamos para que nos vaya bien. El negocio del rayo láser pertenecía a un alemán, pionero en Chile con esta técnica.
Desde el comienzo Carlos fue su brazo derecho. Manejaba las finanzas y la administración. El alemán lo había contactado por un milagro: su tesis de titulación versaba sobre centros de depilación. Como es de esperarse el hombre era un perro. Hijo de inmigrante nazi, se decía. No podía confiar en nadie. Y nadie lo soportaba, excepto Carlos.
Hasta que un día a Carlos se le presentó la oportunidad de su vida: el alemán se aburrió de Chile pero no tenía a quién traspasar el negocio. Estaba peleado a muerte con los hijos. Había pensado en él. “Voy a hacer un auditoría –le dijo−, si me estás robando te meto preso; si encuentro todo en orden te dejo la empresa, ya veremos cómo me pagas”.
Como condición para entregarle los locales le exigió que buscara la fórmula para llevarse las utilidades sin pagar impuestos. Carlos fraguó varias sociedades fantasmas, fue trasvasijando los dineros, haciendo enjuagues hasta que ni un solo peso de la depilación láser fue a parar a las arcas fiscales. Como corresponde.
Juan Fernando Mellado Galaz
Ex Conscripto 1973
Escuela de Telecomunicaciones
Ingeniero en Administración de Empresas
Asesor Tributario Previsional
Presidente Nacional
Presidente Agrupación Santiago
Agrupación Nacional de Ex Soldados Conscriptos
del Servicio Militar Obligatorio (SMO) período 1973-1990
Email: agrupacion.exconscriptos.chile@gmail.com
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