PARA TODOS quienes formamos parte de aquella juventud,
castigada, humillada, torturada, privada de libertad y tantos otros tormentos
sufridos a nuestra corta edad, como el haber sido movilizados a miles
de kilómetros de nuestros lugares y de nuestras familias y bajo
la tensión de una inminente guerra (algo muy pocas veces
experimentado por los cuerpos militares), soportando hasta por dos años el
más absoluto aislamiento, sin la alimentación ni vestimenta
adecuada, sin un techo, viviendo en un hoyo, soportando el clima adverso, como
el frío que era de varios grados bajo cero, sin la preparación militar
ni adiestramiento profesional que se requiere para el manejo
de armamentos militares altamente peligrosos y el estrés psicológico, por
la posibilidad cierta de entrar en guerra.
Además debimos soportar a nuestra corta edad,
18 años, situaciones de violencia, "irónicamente de
quienes tenían el deber y la obligación, de acuerdo al mandato
de la ley, de cuidar, velar y proteger nuestras vidas", maltratos
físicos y trastornos psíquicos al ver compañeros heridos, mutilados, fallecidos. Por eso creemos, no somos diferentes a
quienes combatieron y murieron en guerra, ya que lo que importa es el
rigor y sometimiento ejercido sobre la persona humana, que no nos dejaba
otra alternativa que ir al frente y exponer nuestras jóvenes vidas, para
defender nuestra Patria.
Sabemos y conocemos que todo derecho tiene obligaciones y la
obligación que tenía el estado al imponernos el servicio militar obligatorio,
reforzaba su responsabilidad de cuidar, velar y proteger nuestras vidas,
nuestra integridad tanto física
como moral, el derecho
al buen comer, el buen dormir.
Claramente todo lo anterior no se cumplió con nosotros
Sabemos además que el servicio militar obligatorio, se
excedió en sus alcances, vulnerando derechos fundamentales del ser humano
con total impunidad, produciendo a nuestra corta edad, daños que arrastramos
hasta estos días, sin ningun tipo de asistencia, atención ni reparación de parte
del estado, muchos de aquellos jóvenes
conscriptos, hoy veteranos del 78, sufren la angustia de no tener un trabajo o
uno seguro, otros con trabajos temporales y precarios, sin ingresos
mensuales permanentes, sin previsión, beneficios sociales o algún tipo de
asistencia, que cubra sus necesidades básicas, algunos enfermos y otros que han
fallecido y no en mejores condiciones.
Creemos que nos asiste el mismo derecho de todos quienes han
sido reparados y que han argumentado ser víctimas del período militar.
Hoy valoramos y observaremos con mucha
atención, el compromiso que ha ratificado nuestro actual gobierno ante el consejo permanente de asuntos jurídicos y políticos de la Organización
de Estados americanos, OEA, de continuar en la búsqueda de investigar,
sancionar y reparar las torturas cometidas en dictadura.
Como victimas apoyamos a la comisión Interamericana de derechos humanos , al proyecto desarrollado de la reforma a
sus políticas y prácticas de fortalecer, promover y proteger los derechos
humanos y, en su labor preventiva, para que hechos como los vividos
por aquellos JÓVENES CONSCRIPTOS, HOY VETERANOS DEL 78,
no vuelvan a ocurrir y que en el fondo es la razón de ser y el
objetivo útil, para el cual fue creada esta institución hace ya más de medio
siglo, y uno de los objetivos principales de la Organización de Estados
Americanos, OEA.
Sabemos y creemos que con unidad, dialogo y el
respeto permanente con todas y cada una de nuestras autoridades, son
y serán importantes mecanismos de garantía, para generar los
espacios e identificar las mejores alternativas, que nos permitan
avanzar en la busca de soluciones a nuestras nobles y justas demandas.
Cordialmente
Veteranos del 78, San Antonio.
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