Quienes vivieron en un país que no era el "suyo", saben de la imbecilidad de algunos nativos que, sintiéndose dueños de casa, discriminan, humillan, atormentan al afuerino... Ese tipo de nativo, subespecie humana que también tenemos en Pelotillehue...
Daniel Pizarro, lo cuenta, como un puñetazo en el estómago.
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El mundo es ancho y ajeno
escribe Daniel Pizarro
Ayer echaron al conserje del edificio, el peruano Ricardo. Lo despidió la señora T, presidenta del comité de administración o como se llame. Ella es una exterminadora implacable de puestos de trabajo, no hay cómo darle en el gusto, no hay modo de ponerse en su impredecible cabeza para ser iluminado por la figura del conserje perfecto.
Y así han ido cayendo, uno tras otro, hombres sin rostro, desposeídos, los que no pueden ofrecer más que su disposición a permanecer de día o de noche en una caseta mirando cámaras de seguridad, abriendo portones y puertas, regando jardines ajenos, etc.
Ahora le tocó a Ricardo. Dicen que la culpa la tuvo eso que los chilenos llamamos wáter. Que estaba sentado ahí, suponemos, y que se demoró mucho rato, y que justo en esos instantes la vecina a quien habían dejado una llave en la conserjería vino a pedirla, y que no lo encontró en el momento justo, y qué terrible, qué escándalo, no estaba Ricardo. Porque estaba cagando.
Ricardo perdió su trabajo por ir al wáter, a cagar (porque orinar quita menos tiempo, bastante menos). Pero la señora T aprovechó de pasarle la cuenta, porque Ricardo no la convencía, por ser peruano, probablemente, y aindiado, o a lo mejor muy acholado.
Sé muy poco de este hombre; todo son conjeturas. Lo trajo al edificio su hermano Miguel, que también es conserje pero menos acholado. Miguel es nochero y lee novelas en los eternos ratos libres. Debe leer mucho más que todos los moradores del edificio. Y también habla bastante mejor que ellos.
Es curioso que Ricardo sea hermano de Miguel. No se parecen en nada. Cuesta entender lo que Ricardo habla; apoya sus palabras con unos gestos rudos con los brazos, como si estuviera espantando moscas. Mis hijos decían hablarle en “su idioma”, que es un castellano ceceado, y él se detenía a conversar con ellos y se reía de unos bigotes pintados con plumón o de un sombrero estrafalario.
No sé de dónde vino Ricardo. ¿De la costa? ¿La sierra? ¿La selva? ¿De algún suburbio limeño? ¿Miguel lo convenció de venirse prometiéndole un buen trabajo en el edificio o ya tenía trabajo aquí, algún empleo miserable? ¿Vivirán juntos los dos hermanos en algún conventillo de inmigrantes, en una pieza donde se hacinan diez personas? ¿Estarán aquí sus familias o allá lejos esperando el dinero que pueden mandarles?
¿Y por qué echaron a Ricardo?, me preguntan los niños, sorprendidos y con pena, sin conocer los hechos, intuyendo la injusticia y la arbitrariedad de fondo. En este país que “progresa” estrujando al máximo a sus habitantes, dejándoles un mínimo de aire para que parezca que son libres, que sus vidas no están hipotecadas, hay que ser niño, o volver a serlo, para detenerse a conversar con Ricardo.
No hay tiempo para ir al baño.
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Juan Fernando Mellado Galaz
Ex Conscripto 1973
Escuela de Telecomunicaciones
Ingeniero en Administración de Empresas
Asesor Tributario Previsional
Presidente Nacional
Presidente Agrupación Santiago
Agrupación Nacional de Ex Soldados Conscriptos
del Servicio Militar Obligatorio (SMO) período 1973-1990
Email: agrupacion.exconscriptos.chile@gmail.com
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