lunes, 1 de junio de 2015

FORMALIDAD, FORMALISMOS Y FORMALIZADOS

Frente a la profunda crisis de legitimidad, de probidad, y de incompetencia que aflige al país, la opinología se concentra en los detallitos que pudiesen hacer olvidar lo esencial... Una parida de Luis Casado que nos regresa a lo que cuenta.

Dimitidos

Formalidad, formalismos y formalizados

Escribe Luis Casado

Si uno le cree a los extranjeros que visitan el campo de flores bordado, los chilenos somos susceptibles, orgullosos y muy preocupados de cómo nos encuentran “la casa”. De ahí que apenas algún turista aterriza en Pudahuel o franquea alguna frontera no cerrada por intemperies, erupciones, relaves o terremotos, los periodistas más avisados se apresuran a hacer la pregunta de rigor: “¿Y cómo encontró las empanadas?”
El chauvinismo local va hasta calificar la manifestación cumbre de lo que no duda en calificar como gastronomía nacional de “exquisitas empanadas”. Eso me trajo el recuerdo de una célebre película francesa del año 1961.
En El Presidente, film de Henri Verneuil basado en una novela epónima de Georges Simenon y cuyos diálogos son del gran Michel Audiard, Jean Gabin, que encarna al presidente Beaufort, asiste a un concierto de música de Wagner. A su lado, una dama subyugada por el músico alemán, comenta:
“Es exquisito, ¿no le parece?” Y Beaufort replica: “Querida amiga, Wagner es inescuchable o sublime según los gustos, pero exquisito seguro que no”.
En fin, con tales comportamientos el chileno promedio no sueña sino con que nos tomen en serio, y se crean el cuento del país más exitoso de América latina y sus alrededores.
En estos días signados por la podredumbre cloacal que cubre la costra política y la consiguiente crisis institucional que algunos pretenden inexistente, hay quién evita cuidadosamente el fondo de la cuestión y opina gravemente sobre cosas ancilares, secundarias, caricaturales. Es el nivel al que han rebajado los asuntos de la Polis, esos que nos conciernen a todos.
El momento en que Bachelet dará a conocer su nuevo gabinete ha sido tema preferido para una piara de comentaristas superficiales. El Mercurio se inquieta del plazo, como si designar ministros en 20 minutos cronometrados fuese el súmmum. Alejandro Navarro, el senador, truena contra aquellos que “quieren que la Presidenta haga el anuncio un día domingo y que además es el Día de la Madre”.
Es verdad que el domingo es un día de guardar, o sea un día especialmente dedicado a dios, no se te ocurra consagrarlo (si oso escribir) a otra cosa, y yo qué sé, al fútbol, a las minas o a la cuestión social. En una de esas Yahvé se enfada, el hombre es quisquilloso en la materia. Ahora si eres judío o musulmán… la cosa se pone aún más oscura visto que su dios prefiere, respectivamente, el sábado o el viernes.
Por si fuese poco, como dice Navarro, hoy es el Día de la Madre – yo habría escrito las Madres en plural, para no confundir con María, the mother, LA Madre – y tal día como hoy no hay nada mejor que hacer que ir a pasear a algún shopping center, en extremo rigor a un Mall, para comprar a crédito un regalo para la viejita. Este Navarro es un adorador de las cosas solemnes. Por eso es senador…
Otros, no menos solemnes, prefieren concentrarse en el lugar en que Su Excelencia ejerce su excelencia, o sea donde labura, donde discurre, reflexiona, decide. Y hay quién se escandaliza de “una presidenta que “opera” en su casa y no en su oficina” (sic).
No sé si logras penetrar la profundidad abismal de la inquietud manifestada por tales burópatas, que no imaginan la posibilidad de tratar alguna cuestión fuera del templo de la eficacia y la productividad, ese lugar en el que dan lo mejor de sí mismos, el sitio en el que existen, son alguien: la oficina, el bureau.
Los partidos de la Nueva Mayoría alucinan ante lo que dan en llamar “el hermetismo de la mandataria”. No les inquieta que labure un día de guardar, ni que se trate del día en que – a priori – Michelle debiese recibir un (otro) regalo de su hijo predilecto, ni siquiera que haga marchar las sinapsis neuronales fuera de Palacio, o tome decisiones en un lugar de cuyo paradero no se han enterado.
Lo que les acojona es no estar al tanto de lo que se está cocinando y en la materia las opciones son al menos dos: a) Su Excelencia – como yo – adora abordar las cosas serias mientras pela papas o adoba el congrio, b) un tal Zaldívar está por dentro…
La hipótesis de que otras esferas (o más bien familias…) decidan en su lugar no debe estar ausente de la inquietud que les corroe. Después de todo Luksic y Edwards, entre los dos, colocaron media docena de ministros en el gobierno que se desvanece sin dejar huella alguna.
Nadie, que yo sepa, se ha abocado a una cuestión no menor, cual es la dificultad de encontrar algunas decenas de candidatos potenciales cuyos papeles de antecedentes estén vírgenes, lo que nuestros amigos brasileños conocen como“ficha limpa”.
Aceptando que después de 25 años de trapecio eso sea posible, aún queda el obstáculo no menor de identificar posibles ministros cuya imagen corresponda a la evanescente definición de “centro-izquierda” (¿porqué te vuelves a reír?) que conviene al perfil “progresista” de quién nos trata de “amigas y amigos”. Terrible problema que también aqueja al Presidente de la película que te cuento:
“Beaufort, no se sorprendió que las protestas viniesen de quién, aunque elegido en una lista de izquierda, apoyaba sólo las leyes de inspiración patronal. El diputado hizo notar que también hay patrones de izquierda. Beaufort le responde: “También hay peces que vuelan, pero no son la mayoría del género”.
Finalmente está la cuestión que nos llevó a esta crisis con cara de terminal: el aceite fenicio, el dinero. Una vez más las réplicas de la película El Presidente son de gran utilidad para explicar las dificultades en que se debate la nuestra:
“El presidente Beaufort : La política, Señores, debiese ser una vocación. Estoy seguro de que lo es para algunos de vosotros. Pero para la gran mayoría, es un oficio. Un oficio que no rinde tan rápido como muchos quisieran y que necesita de grandes inversiones. Una campaña electoral cuesta caro. Pero para algunas grandes empresas es una inversión amortizable en cuatro años”.
Justamente… ni a Madame ni a la Nueva Mayoría les quedan cuatro años…


Juan Fernando Mellado Galaz
Ex Conscripto 1973
Escuela de Telecomunicaciones
Ingeniero en Administración de Empresas
Asesorías Tributarias Previsionales
Presidente Nacional Corporación para la
Integración de los Derechos Humanos 
del Servicio Militar Obligatorio
Email: agrupacion.exconscriptos.chile@gmail.com

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