La desmedida algarabía alentada por los medios del duopolio respecto del rendimiento de la ‘roja’ en Brasil, tenía un claro objetivo: desalentar temporalmente las movilizaciones sociales
escribe Arturo Alejandro Muñoz
No bien terminó el partido Chile-Holanda con el triunfo de los ‘naranjas’, un periodista carioca echó algo de luz sobre lo que venía para Chile y para su propia selección. Micrófono en mano y con cara sonriente ante la cámara de TV recordó: “Siempre que nuestro fútbol ha tenido bajones serios, la decisión de los dirigentes de la CBF (Confederación Brasileña de Fútbol) fue la misma: ¡Traigan a Chile… para derrotarlo y reanimarnos!”. Así ha ocurrido desde hace varios años.
Lo que me hace reflexionar sobre el poder e influjo que un deporte tiene sobre las masas. Ya quisiera cualquier tienda política ser dueña de un imán de tales efectos… y ya lo quisiera también un gobierno, sea cual sea su signo ideológico. Como ambos carecen del artilugio, apuestan al pronto inicio de un campeonato mundial a objeto que la gente cierre los ojos y la mente durante semanas, tiempo suficiente –piensan ellos– para enderezar curcunchos.
Apuesto a que los diáconos de La Moneda le suplicaron al Altísimo: “¡Que llegue luego el Mundial y que la “roja” gane algún partido para seguir haciendo de las nuestras!”. La fórmula sigue dando espléndidos resultados. Las cofradías políticas logran que la masa descargue sus iras anti AFP’s, anti lucro en la Educación y anti brecha económica, insultando a todo pulmón a la FIFA (la FIFA nostra) y a los árbitros que pitan cada encuentro deportivo.
Chile –era lo esperado por quienes saben algo de fútbol y sus cocinerías– fue derrotado por el dueño de casa –Brasil– en un duelo a penales, al más puro estilo del viejo “far-west”. Ese duelo era precisamente lo que Brasil deseaba: Scolari y sus jugadores tienen claro que conforman el peor Brasil de las últimas tres décadas, pero cuentan con el mejor “ataja penales” del fútbol profesional: Julio César, que también puede decir “vini, vidi, vici...(Vine, Vi y Vencí)...”
Es sabido cuán débiles somos los chilenos a la hora de definir grandes cuestiones. Una tanda de lanzamientos desde los doce pasos, una reforma de la Educación, o hacerle pagar impuestos a las multinacionales, por dar algunos ejemplos.
Con la vertiginosidad del relámpago, nuestra prensa afirma que una definición a penales es una lotería, en la que cualquier cosa puede pasar. No obstante, al día siguiente de la eliminación de Chile, Costa Rica, luego de jugar también 120 minutos, desmintió tal aserto convirtiendo en gol todos los lanzamientos: “Nos preparamos para ello –afirmó su director técnico– ensayamos cientos de tiros penales antes de llegar a este partido con los griegos”. ¿Lotería?
En este Mundial la “roja” venció en dos encuentros y perdió dos partidos. Curiosa estadística la que le adjudica un rendimiento del 50%. Desde el tercer lugar obtenido en el mundial del año 1962 la “roja” no ha ido más lejos, y sólo pasó a octavos de final en Francia (1998), en Sudáfrica (2010), y ahora en Brasil (2014). Nada nuevo bajo el sol. Pero, esta vez la emoción en las masas fue de tono distinto. ¿Por qué?
Chile debió enfrentar a España (campeón vigente), Holanda (vice campeón vigente) y Brasil (ex campeón). ¿Y ahí? Costa Rica –país con mucho menos historia futbolística que nosotros– enfrentó a tres ex campeones del mundo (Inglaterra, Uruguay e Italia): derrotó sin apelación a dos (Uruguay e Italia) y empató con Inglaterra, obteniendo el primer lugar de su grupo: ¿100% de rendimiento?
Con la eliminación de Chile, sin embargo, nos evitamos la destrucción de decenas de buses del Transantiago (¡qué lástima!) y la agresión a muchos choferes. Gracias a Julio César y la “verde amarelha”.
El gobierno y el establishment económico y mediático lo lloran. Cuando patinan las reformas prometidas, se agradece un paréntesis de respiro para recomponerse y seguir en lo que se hacía. Gracias a los “héroes de la roja” (El Mercurio dixit) en las próximas encuestas de opinión Bachelet subirá un par de puntos. Su salida a los balcones de la Moneda junto a jugadores de la selección tiene que ser rentable. Dos pájaros caen con el mismo hondazo. Nada mal.
Entretanto, un filósofo de las pelotas me recuerda desde allende el océano Atlántico algunas verdades futboleras:
a) los partidos se ganan con goles
b) tirarla afuera, o en el palo, no mueve el marcador c) los partidos duran 90 minutos, más las eventuales prolongaciones, y peor aún la serie de penales d) la intención de gol aún no califica como gol e) los triunfos morales no reciben copas f) el "jugamos mejor" no cuenta en la historia del deporte g) declarar “lo dimos todo, jugamos de igual a igual, dejamos el alma en la cancha” es como mear en un violín: es exactamente lo que hacen los contrincantes, que no vienen al Mundial a pasear el ropero.
No queda pues otra posibilidad que regresar a la letra a) de este listado.
Suponer que cumplir con lo que reza la letra g) es un acto heroico, al estilo de Leónidas y sus espartanos en las Termópilas, merece tarjeta roja.
El gobierno debe tenerlo en cuenta porque de ahora en adelante no habrá Medel, ni Vidal ni Alexis que lo rescaten.
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Juan Fernando Mellado Galaz
Ex Conscripto 1973
Escuela de Telecomunicaciones
Ingeniero en Administración de Empresas
Asesor Tributario Previsional
Presidente Nacional
Presidente Agrupación Santiago
Agrupación Nacional de Ex Soldados Conscriptos
del Servicio Militar Obligatorio (SMO) período 1973-1990
Email: agrupacion.exconscriptos.chile@gmail.com
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