Escribe Luis Casado
En estos días el Banco Central Europeo (BCE) pone toda la carne en el asador. El desastre de la política de austeridad, de los recortes de los presupuestos nacionales y de reducción de la inversión pública es tal que hasta el FMI aconseja un poquito de herejía en un mundo de ortodoxos.
Veinte millones de desempleados, tasas de crecimiento raquíticas cuando no se trata de simple y pura recesión, la creciente bronca de los pueblos europeos que ya ni siquiera se molestan en ir a votar, y la inquietante reaparición de partidos neo-fascistas, provocan escalofríos.
Confrontado a los porfiados hechos, Mario Draghi, el designado a dedo presidente del BCE, decide –contra la sacrosanta opinión alemana– que hay que salirse del cuadro y tomar decisiones que violan los estatutos del BCE. No tanto como para evitar que la banca privada siga haciendo su agosto, pero decisiones iconoclastas (persona que rompe con los dogmas o convenciones establecidas o los desprecia) de todos modos.
Simple paréntesis en esta crónica de calamidades mil veces anunciadas, me vienen in mente dos frases que la copia feliz del edén ha hecho mal en no inscribir en mármol de Carrara para gozo y solaz de las futuras generaciones.
En octubre del 2008, pese a que el hundimiento del sistema financiero planetario estaba en marcha desde hacía ya un año, Andrés Velasco declaró, imperioso: “Aquí no hay ni habrá ninguna crisis”. Ya he contado cómo el FMI le convocó a Washington para decirle que cerrara la boca porque la mano venía mala cosa fea. Regresó con un pijotero (exigencias o pretensiones fastidiosas e infundadas) plan de reactivación de la economía que ni siquiera puso en práctica.
Algo más tarde, ya en el año 2009, en un encuentro con la pequeña y mediana empresa, la entonces presidente Bachelet se rajó con otra genialidad –tal vez soplada por el mismo Velasco– que la posteridad no ha recogido como se merece: “Ya se ven brotes verdes”. Con eso Bachelet quería decir que la crisis estaba amainando, que las “turbulencias” (como dicen los economistas pánfilos) estaban quedando atrás.
Lo que nos trae de regreso a las medidas que con innegable retraso toma ahora el BCE para hacerle frente a una crisis que no termina, ni tiene cara de terminar. Las primeras decisiones heterodoxas sirvieron para salvar (por la enésima vez…) el euro. Mario Draghi sostuvo –ante la cara incrédula de un Consejero alemán– que la BCE haría todo, TODO, para estabilizar el euro. En otras palabras comprar los activos podridos que tenían y tienen a medio morir saltando los bancos europeos. ¿Con qué dinero? No hace falta salir de Harvard para saber que los bancos centrales producen dinero de la nada con la misma facilidad con la que tú respiras: naturalmente y sin esfuerzo.
El monetarismo de los Chicago Boys –que en Chile adoran por encima de San Expedito– se lo pasan por salva sea las partes: en estos casos hay que ser “pragmático” (persona hábil o eficaz para negociar).
Ahora el BCE osa ir aún más lejos en lo que los entendidos llaman púdicamente “medidas no convencionales”. Con ellas no inventa nada nuevo: apenas imita a la FED, el banco central del Imperio, que a la hora de salvar rufianes no se anda con chicas, tal vez porque quienes controlan el coso son precisamente los rufianes.
Si la suma que el BCE consagró a la compra de activos tóxicos superó los 110 mil millones de euros, ahora, en un gesto magnánimo, le ofrece a la banca 400 mil millones de euros más. Con tasas de interés a lo compadre: 0.15%... ¡anual! En otras palabras, como la inflación aún está cerca del 2% al año, el BCE paga para prestar plata.
¡Aleluya!
Para evitar el escepticismo de los mercados financieros Dragui precisa que esta tasa cercana a cero seguirá en vigor “durante un largo período de tiempo”. El objetivo consiste en reactivar el crédito, ergo (pienso, luego existo) la inversión, y como el BCE ve que los bancos no confían ni en la madre que los parió y en vez de financiar la economía corren a depositar su liquidez en el…BCE, decide cobrar por recibir esa plata en depósito. Los que los economistas asopados de los que te hablé llaman “tasa de depósito negativa”.
¿Bastará con eso para animar a los inversionistas? El BCE estima que no… y le cobrará a los bancos un 0,10% por las reservas de liquidez que excedan el monto de las reservas obligatorias (que hasta ahora todos los bancos se han pasado por las amígdalas del sur, dicho sea de paso).
¿Complicado todo esto? No tanto. Se trata de preservar la dominación de los mercados financieros aún contra los mismos mercados financieros, esos cuya “eficacia” y “dinamismo” legendarios son la panacea universal para la economía y saben, mejor que nadie, proceder a la asignación de recursos.
Para que el monetarismo –“un principio absoluto del tipo de las leyes de la gravitación universal” según Lord Geoffrey Howe, ministro de Hacienda de Margaret Thatcher – siga haciendo la felicidad de los privilegiados. Ya ves, sólo frases para el mármol.
Juan Fernando Mellado Galaz
Ex Conscripto 1973
Escuela de Telecomunicaciones
Ingeniero en Administración de Empresas
Asesor Tributario Previsional
Presidente Nacional
Presidente Agrupación Santiago
Agrupación Nacional de Ex Soldados Conscriptos
del Servicio Militar Obligatorio (SMO) período 1973-1990
Email: agrupacion.exconscriptos.chile@gmail.com
09-332-5058
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