miércoles, 22 de abril de 2015

LECCIONES DE CINE


Daniel Pizarro fue a ver la película "Allende en su laberinto". Esta nota surgió de su pluma después de ver el film. Como un homenaje a un hombre digno, cuya honestidad parece ahora cosa de otro mundo.
Allende

Lecciones de cine

(Allende en su laberinto)

Escribe Daniel Pizarro

Póngase cómodo.
Usted está en el cine.
Lo que usted ve en la pantalla no es la realidad. Lo que usted está presenciando tal vez sea una interpretación de la realidad. Pero la realidad misma, la realidad en sí, eso no. Porque a través del cine no podemos acceder a la realidad sino sólo a una interpretación de la misma.
Por lo tanto: lo que usted está viendo no tiene que ver con la realidad sino con una mirada sobre ella. Una entre muchas. Por lo tanto: que cada cual se forme su propia opinión sobre la realidad. De eso se trata.
Así que siga cómodo en su butaca.
Y escuche:
Había una vez, en una galaxia muy lejana, un presidente llamado Salvador Allende.
Un personaje de la Historia.
Un personaje del Pasado.
Lo que acontece en la pantalla con este personaje no tiene nada que ver con usted.
Si usted está donde está, si usted piensa lo que piensa, no se preocupe: lo de la pantalla nada que ver con usted.
Usted está viendo Gladiador. O usted está viendo Quo Vadis?
Se encuentra ante una pieza de museo.
Usted participa más o menos de la siguiente conversación oída hace poco:
Un hombre mayor está alarmado por la decadencia de nuestro sistema democrático-parlamentario (terriblemente preocupante, no cabe duda). Ante lo que un hombre joven (ágilmente instalado en la vereda del dinero, hay que decirlo también) le responde: ¿De qué se preocupa? Son todos iguales, todos son corruptos. Lo único que vale es preocuparse de uno mismo.
Algo así dice el joven. Quédese con esas palabras y siga mirando la pantalla.
Observe lo que pasa en la pantalla: hay un hombre a punto de dar la vida por sus ideales.
A usted la palabra “ideales” le suena bien. O la otra palabra: “sueños”. Palabras del presente. La vida ideal o la vida soñada. Conviven con la realidad sin hacerle daño.
Todo lo demás puede hacerle daño a la realidad.
Porque usted está viendo una película: no se olvide.
Y hay un hombre a punto de dar la vida.
Y hay otros hombres a punto de dar la vida al lado de ese hombre.
¿De qué se trata todo esto?
¿De que se trata esta locura?, pregúntese.
Y dígase: no se trata de una verdad (*).
En una galaxia muy lejana no pueden existir las verdades.
En una cercana tampoco.
La verdad de que somos todos iguales y que esa verdad debería estar presente en cada una de las decisiones que los seres humanos toman entre sí.
¿O tal vez no? ¿O habrá que comportarse de otra manera?
Pero no se lo pregunte. Vea la película. Emociónese si quiere.
Si el pasado lo emociona, emociónese con el pasado: usted está en el presente.
Es bueno emocionarse. Uno está vivo. No está muerto.
Somos todos iguales, la verdad. ¿O es que no?
No. Dígaselo. Oportunidades iguales para todos y de ahí que resulte lo que dios quiera. Lleguemos hasta ahí. Repítaselo.
Somos todos hijos del Señor. ¿De cuál señor?
Vea la película y piense en todo lo que vino después: para no olvidar que usted se encuentra en el cine.
Sáltese la dictadura, ese paseo forzoso por el mal gusto.
Piense que ya no hay campamentos. O casi. Piense en el acceso a los bienes de consumo. Piense que si no todo sería peor.
Su vida está bien.
Su vida podría ser mucho peor.
De la que nos salvamos.
Usted perdió pero usted ganó. No se olvide.
El tipo estaba en un laberinto y el tipo no tenía respuestas. Y a usted le gustan las soluciones concretas como las que usted observa por todas partes. No las verdades. Que no pueden decidirse, al decir del señor de la nota al pie. Que exigen fidelidad, al decir del mismo señor majadero.
Porque usted es muy distinto al señor de la butaca de al lado. Tremendamente. Usted es único y merece oportunidades para surgir. De eso se trata todo. Y cuando surja vea lo que puede hacer. Comprarse un yate, por ejemplo. O jugar al golf.
Vivan las oportunidades. Vivan los yates y viva el golf.
Y entretanto: aguarde con ansias una película que tiene mucho que ver con usted. Con el presente. La del cura homosexual y esa historia que pone en entredicho los valores cacareados.
Usted vive en el mundo de los valores. Eso mueve su vida. Y la del señor de la butaca vecina.
En una galaxia muy, muy lejana.
(*) No busque lo que piensa el filósofo francés Alain Badiou sobre las verdades. No quiera enterarse.


Juan Fernando Mellado Galaz
Ex Conscripto 1973
Escuela de Telecomunicaciones
Ingeniero en Administración de Empresas
Asesor Tributario Previsional
Presidente Nacional Corporación para la
Integración de los Derechos Humanos 
del Servicio Militar Obligatorio
Email: agrupacion.exconscriptos.chile@gmail.com

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